lunes, 30 de marzo de 2009

24 de Marzo. DIA NACIONAL DE LA MEMORIA POR LA VERDAD Y LA JUSTICIA







Desde hace algunos años, todos los 24 de marzo recordamos un acontecimiento muy triste. En 1976, una junta militar derrocó al gobierno que había sido elegido por los ciudadanos. Durante el tiempo que los militares estuvieron en el poder, los argentinos no pudimos ejercer la mayoría de nuestros derechos
Con tal motivo se conmemoró en nuestra Escuela dicha fecha recibiendo la visita en el turno mañana de la Sra. de Carlotto, (Abuela de Plaza de Mayo) una referente muy importante para aportar datos de esa época contestando preguntas elaboradas previamente por los alumnos.
Recibimos también la visita de los alumnos de la Escuela N° 17 DE 7 que aportaron muy buenas preguntas.
Los chicos de 7° grado de ambos turnos con la Profe de Música Srta. Silvina cantaron el tema "Los Dinosaurios" de Charly Garcia.
En el turno tarde los alumnos ubicados en grupos hablaron sobre la identidad, la memoria, los hechos históricos propios del momento con conclusiones finales elaboradas por ellos mismos. Acompañaron todo con un cartel de imágenes realizado con el Profe Daniel de Plástica.


2 de Abril. Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra en Malvinas



Hace muchos años que las Islas Malvinas están ocupadas militarmente por Gran Bretaña. El 2 de abril de 1982, tropas argentinas desembarcaron en las islas con la intención de recuperarlas. Hubo una corta guerra, en la que muchos jóvenes murieron.

Actualmente, nuestro país continúa reclamando sus derechos sobre ese territorio por medio de la diplomacia.

martes, 24 de marzo de 2009

LECTURAS INFANTILES PROHIBIDAS





La planta de Bartolo
por Laura Devetach
Ilustración original de Victor Viano para la primera edición de La torre de cubos
El buen Bartolo sembró un día un hermoso cuaderno en un macetón. Lo regó, lo puso al calor del sol, y cuando menos lo esperaba, ¡trácate!, brotó una planta tiernita con hojas de todos colores.
Pronto la plantita comenzó a dar cuadernos. Eran cuadernos hermosísimos, como esos que gustan a los chicos. De tapas duras con muchas hojas muy blancas que invitaban a hacer sumas y restas y dibujitos.
Bartolo palmoteó siete veces de contento y dijo:
—Ahora, ¡todos los chicos tendrán cuadernos!
¡Pobrecitos los chicos del pueblo! Estaban tan caros los cuadernos que las mamás, en lugar de alegrarse porque escribían mucho y los iban terminando, se enojaban y les decían:
—¡Ya terminaste otro cuaderno! ¡Con lo que valen!
Y los pobres chicos no sabían qué hacer.
Bartolo salió a la calle y haciendo bocina con sus enormes manos de tierra gritó:
—¡Chicos!, ¡tengo cuadernos, cuadernos lindos para todos! ¡El que quiera cuadernos nuevos que venga a ver mi planta de cuadernos!
Una bandada de parloteos y murmullos llenó inmediatamente la casita del buen Bartolo y todos los chicos salieron brincando con un cuaderno nuevo debajo del brazo.
Y así pasó que cada vez que acababan uno, Bartolo les daba otro y ellos escribían y aprendían con muchísimo gusto.
Pero, una piedra muy dura vino a caer en medio de la felicidad de Bartolo y los chicos. El Vendedor de Cuadernos se enojó como no sé qué.
Un día, fumando su largo cigarro, fue caminando pesadamente hasta la casa de Bartolo. Golpeó la puerta con sus manos llenas de anillos de oro: ¡Toco toc! ¡Toco toc!
—Bartolo —le dijo con falsa sonrisa atabacada—, vengo a comprarte tu planta de hacer cuadernos. Te daré por ella un tren lleno de chocolate y un millón de pelotitas de colores.
—No —dijo Bartolo mientras comía un rico pedacito de pan.
—¿No? Te daré entonces una bicicleta de oro y doscientos arbolitos de navidad.
—No.
—Un circo con seis payasos, una plaza llena de hamacas y toboganes.
—No.
—Una ciudad llena de caramelos con la luna de naranja.
—No.
—¿Qué querés entonces por tu planta de cuadernos?
—Nada. No la vendo.
—¿Por qué sos así conmigo?
—Porque los cuadernos no son para vender sino para que los chicos trabajen tranquilos.
—Te nombraré Gran Vendedor de Lápices y serás tan rico como yo.
—No.
—Pues entonces —rugió con su gran boca negra de horno—, ¡te quitaré la planta de cuadernos! —y se fue echando humo como la locomotora.
Al rato volvió con los soldaditos azules de la policía.
—¡Sáquenle la planta de cuadernos! —ordenó.
Los soldaditos azules iban a obedecerle cuando llegaron todos los chicos silbando y gritando, y también llegaron los pajaritos y los conejitos.
Todos rodearon con grandes risas al vendedor de cuadernos y cantaron "arroz con leche", mientras los pajaritos y los conejitos le desprendían los tiradores y le sacaban los pantalones.
Tanto y tanto se rieron los chicos al ver al Vendedor con sus calzoncillos colorados, gritando como un loco, que tuvieron que sentarse a descansar.
—¡Buen negocio en otra parte! —gritó Bartolo secándose los ojos, mientras el Vendedor, tan colorado como sus calzoncillos, se iba a la carrera hacia el lugar solitario donde los vientos van a dormir cuando no trabajan.
Cuento extraído, con autorización de su autora, del libro La torre de cubos (Buenos Aires, Ediciones Colihue, 1985, colección Libros del Malabarista).

24 de MARZO DIA DE LA "MEMORIA"


N° 48 RESEÑAS DE LIBROS 4 de abril de 2001
El golpe y los chicos
Graciela MontesBuenos Aires, Ediciones Gramón-Colihue, 1996.
"Algunas personas piensan que de las cosas malas y tristes es mejor olvidarse. Otras personas creemos que recordar es bueno; que hay cosas malas y tristes que no van a volver a suceder precisamente por eso, porque nos acordamos de ellas, porque no las echamos fuera de nuestra memoria".
Así comienza El Golpe y los chicos, un libro que se ocupa de la última dictadura en Argentina en la década del 70.
El libro se divide en dos partes: por un lado, el relato que reseña los sucesos a partir del golpe de estado de 1976, la historia de las Madres de Plaza de Mayo y el Campeonato Mundial de Fútbol de 1978 como encubrimiento de la realidad; el terror
ismo de estado y el comienzo de la democracia; el gobierno de Alfonsín, el juicio a los comandantes, las leyes de Punto final y de Obediencia Debida, y el indulto otorgado por Menem en 1990. Por otro lado, un corpus de testimonios de chicos —hijos de desaparecidos— proporciona un conjunto de voces que cuentan una época difícil. Un período histórico que todos los chicos y grandes deben recordar para que nunca se repita.
Historias de hijos que buscan a sus padres, de madres que buscan a sus hijos, de algunos encuentros y de muchas muertes. El Golpe y los chicos es un libro para compartir y reflexionar en familia.
Sandra Comino
Reseña extraída de la revista Planetario, Guía de los chicos Nº 4 (Buenos Aires, octubre-noviembre de 1999), y publicada en Imaginaria con autorización de su autora.